Sólo algunas compras fundamentales como una heladera me separan de llegar a ese barrio donde Natalio Ruiz se pasea, escribe y toma sol en un banco de plaza. Competiré con los cartoneros para conseguir la caja más grande para hacer culocarton en la pendiente de la plaza Mitre.
Mientras tanto, deje de ser el chico de los bigotes por un tiempo que estimo no será amplio. Sobre todo porque ya lo considero un elemento identirario de mi persona. Vaya uno a decir si quedan bien o no. Hay fotos que veo y digo "hijo de ...que pedazo de mostachos, que feos". Pero mejor eso, antes que estar al pie de la letra con la piel irritada que claramente no es para este ser. La sociedad de hombres con bigotes me mira con desprecio, se siente traicionada. Su lema "el bigote es un camino de ida" es su caballito de batalla.
A punto estoy de terminar un best seller y siento un gran vacío. Es una literatura que no me interesa. Por dentro, he confeccionado minuciosamente la elección de este tipo de lectura de verano, Tranquilamente podría escribir mi excusa. Pero temo que empieces a conocerme más, y eso querido lector, me asusta.
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