Mi vecino tiene un perro que se llama Beto.

No sé mucho más de él. Del perro, tampoco. El can, en cuestión, es de raza. Mediano, macizo,  jugueton y torpe. Me acuerdo que ese tipo de perro,  era  mascota en una de las películas de Francella de los noventa. No sé si está bien escrito el apellido. Hay cosas más interesantes en que pensar. Como en Beto, que de ahora en más  ya no es sólo un cuadrupedo sino que es símbolo de una epcoa. Son los noventa cada vez que me lo cruzo. 
Decir que Beto es de raza fue un engaño. Nunca me encariño con perros comprados. Esto también tiene algo de ilusión. Los perros me caen bien. La única manera de dejarlos de querer es que su dueño me diga que lo compro. No es que quiera a Beto. Pero son los noventa, ya te lo dije. Aparte vino fallado. Lo conocimos con una cicatriz en zona de la cintura. El vecino lo adopto para operarlo. Lo salvo. Tengo mis dudas si yo estoy con buenos fundamentos. Pienso en la hipotetico caso de que en relidad a Beto lo compraron. Tendría que elimar este texto. O, por lo menos modificarlo, para que haya odio en vez amor. Porque  de eso se trata la vida. Amar y odiar.
El dueño de los noventa en cuatro patas se viste de traje en la semana. Es abogado, decimos con J. No tenemos las más remota idea. Me gusta ir adivinando las profesiones de las gente. Así que abogado y con un perro de raza. Vuelvo al traje y pienso que también es poco noventa. Me acuerdo de JM diciendome que su objetivo era ir al centro a laburar vestido con un zarpado traje y conduciendo una Torino. Hace mucho que ya no lo veo tan formal. Ahora está más cerca del auto clásicos. El tiempo es tirano. Todo junto no sé puede.
Está entrada de post la hice ayer. Cuando se la leí a J en voz alta, no me gusto el resultado. Así hoy es otro día. Y aquí estoy escribiendo, editando unas fotos y bajandome el fortnite. Estoy tomando mate. J esta pasando el sillón. Al lado del ventanal. Tiene los auriculares puestos y un vaso de birra. Está tapada de laburo. Yo tapado de información sin catalogar. 
Después de este recreo, me veo vestivo de traje todos los días y me agarran nauseas. No sé cómo hace el dueño de Beto o JM para llegar del laburo y cambiarse de ropa al instante en que cerraron la puerta de entrada. Yo voy a trabajar, a tomar unas birras y  a la casa de mis viejos con el mismo jean y remera. Me duermo vestido. Al otro día, después de bañarme, me pongo los mismo.Hasta que la suma de los días acaricia la semana. Ahí, siento que debo cambiarme, por lo menos la remera. Sólo los calzones y las medias van mutando cada día.
Al igual que Beto, que sale a pasear todos los días. O eso es lo que creo. Asumo que una vez a la mañana y otra a la tarde. No tengo idea de los que hace un perro durante el día mientras no están sus dueños. Se que los gatos duermen. Los perros esperaran ansiosos voler a salir del departamente. No me imagino teniendo un perro No me entra en la cabeza las cosas que debería hacer para mantener un perro. De seguro que se me llena de olor a caca y pis el departamento . Sin embargo, anhelo tenen un perro imaginario. Que me olbigue a hacer las cosas todos los días. A cenar, por ejemplo. A leer y escribir. A cambiarme de ropa. Y, también, a limpiar y ordenar. Espero que este perro me obligue a salir de casa, sólo por el hecho de salir. Sin ningún propósito.
 Ultimamente, estoy bastante obsesivo con los newsletter. Gente desconocida, me llena la casilla de mails todas las semanas. Esas personas, para mi, tienen más de un perro Ya que no fallan. No se atrasan. Simpre el mismo día. Un mail. Unos de sus perros se llama constancia. El otro no sé.
Si llegaste hasta acá. Confieso que siempre quise usar está frase. Ya deberías saber mi intención. Yo también quiero tener más de un perro. Al primero, seguro lo llamaría constancia. Al otro pero o aunque. Creo que no use. No quiero volver a leerme. No conjugo bien. Lo sé. Espero que este perro que vendrá si que sepa de gramática.
Hasta la semana que viene o hasta que consiga una mascota.

04.08.2019


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