Hoy me quebré (Día 19 después del anuncio)

y caí en el pozo de la depresión. Ya venía tambaleando por encontrarme sin trabajo que hacer. Ergo, inútil. Empiezo a entederme. No es el fracaso lo que me hace tomar hasta quedarme dormido. Sino es sentirme que no sé hacer nada. Comprender que mi laburo formal no vale la pena, no es agradable. Pero es real. Tan real que asusta y se convierte en fobia.
Al mediodía se me ocurrió hacer nachos caseros. Motivado por hacer algo con mis manos. Y, al mismo tiempo, fustrado porque me habia olvidado el paquete de nachos en la caja del superchino. Me dió paja ir a buscarlos. Salir otra vez. No fue la moralidad del encierro. Fue mi modo de vida en su máxima expresión. 
Y al principio venia bien. Mezclando los productos. Haciendo la masa. Pero todo se complicó cuando tuve que empezar a amasar para que queden los más finos posibles. No tenemos un palo de amasar. J me dijo que use una botella. Los primeros "nachos" que pude hacer fueron muy gruesos. Encima los meti al horno y no se terminaban de hacer más. J vino a chusmear y me dijo que amasaba si ganas. Me mostró su detreza. Su manos son magia. Yo sólo cambie el metodo de cocción y los puse a freir. La cosas venia bien. Pero no me quedaban finos. No sabía como manejar la botella. Me estaba sintiendo muy torpe. Hasta que en un momento, rompó el culo de la botella. Ahí explote. Guarde todo y me fui a dormir al cuarto. J me salvó. Me dijo que vaya a dormir al balcón que habia sol. El sol siempre cura.

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