Falló mi memoria o es la repetición (Día 37 después del anuncio)

de los días lo que me hizo pensar en que me habian robado el auto. Llame a J. Después a mi viejo. Los dos me decían que no podía ser. Que nadie iba a poder usar un auto robado con todos los controles que hay. Yo estaba seguro de que se los habian llevado. Me quería morir. Tanta mala suerte no podía teneri. Me imaginaba que el ladrón manejó directo al bajo y, después, al desarmadero. Yo ya estaba encarando para la comisaria del barrio cuando J me mandó otro mensaje. Ahí caí. Habia dejado el auto en otro lado. Me salve pero la sensación de dejar todo fue desamiado. Quería llegar rápido a casa y relajar con cerveraza y porro. 
Y si me hubiera muerto, tal vez llegaba al cielo de Schlieper. Un paraíso lleno de mujeres o angeles. Con sus propias reglas. Con un hotel que no tiene paredes pero si puertas. Con cabinas telefónicas para comunicarse con los medium vivos. Con un palco para ver la tierra. Pero no toda, sino sólo Argentina. Con una sala de operaciones para iniciar terremotos, tornados o cualquier cataclismo natural  Lo único malo es que para entrar en el cielo hay que morir no suicidarse. Así que voy a esperar la muerte por más mal que la pase.   

No hay comentarios: