No sé qué hacer con Pedra. Pedra es la playera, el caballo metálico, que me hace feliz en medio de auotomòviles, motos, peatones, semáforos, camiones de basura, colectivos, bocinas, luces rojas, balcones, carrito de compras, paradas, estaciones, locales, carteles, letras que van, que vienen, embotellamientos, radio, bronca contenida, vida, arboles, vida callejera, cines, las reglas de calle, teatros, la calle te fulmina, bares, noche, estrellas, los códigos de la calle, plazas, la calle te come, empedrado, dura calle, duro asfalto, dura existencia, dura resistencia. Y Pedra, afuera saeta, adentro del espacio que habito, no se encuentra cómoda. A estado en el cuarto, durmiendo al lado mío, pero más de una vez nos hemos cruzado a la mitad de la noche y no nos miramos del todo bien. Estuvo junto a la mesa, en la cocina. Toda una temporada en el balcón. Cerca del baño, interrumpiendo el paso, Ahora, de cabeza para arriba, vertical cerca del sillón color ladrillo que nadie usa. Su destino es incierto. Su destino es de calle y que se arregle.

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