Más de una vez, me dio miedo. Los pies fríos, la crema corporal con gusto a coco, la pantuflas de papá, la comida frezada, la luz de la puerta prendida, el aire acondicionado. Me dio miedo saberme sólo en cuartos tan vacíos, en cocina limpia, en sabanas limpias, en televisiones apagados, en camas hechas, en lavarropa innecesario. Me dio miedo, sentir el peso del vacío. Más de una vez, quise mantener los ojos abiertos, ver que pasaba realmente aquí. Cómo es vivir aquí. Pero el miedo, miedo incoloro, inmaterial, me hace olvidar las veces que tengo realmente pánico de tocar mi pies el piso.
Y pasar, como un fantasma, levitando, sin desacomodar, sin dejar rastro, sin habitar la casa, dejarla sin marcas, sin olores, sin machas, sin significaciones. Como si nunca nadie estuvo. Como si el que escribe estas palabras, tampoco está. Como si hubiera alguien más. Como si el miedo sea reconocible. Más de una vez, pensé en todo y me dio miedo.
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