Aterrice con un dolor de espalda, que ya viene siendo constante y peligroso. Un sueño atroz me llevo a la cama llena de ropa usada días anteriores. Ni quise asomar por la cocina, en la que los platos se hallaban sin lavar desde el principio de la semana.
Dormía en calzones y llamó C que venía. Seguía durmiendo y llamó C estaba abajo. Merendamos té con limón y tostada con queso blanco y mermelada. El encuentro fue productivo. Dividimos tareas y planeamos la realización del noticiero.
Era temprano, salimos juntos con C. Ella se fue para Cordoba, yo al chino. Volví con una coca para el fernet, unas calabazas para la sopa, una berenjena para la cena y una manzana para el postre. Nada de eso sucedió. Sin escalas, me encontré en la cama, llena de ropa usada días anteriores, vestido y dispuesto a dormir antes de las ocho de la noche. Cuando desperté, ya era casi, la hora de bañarse. Pensé en quedarme despierto y vivir la experiencia de un falso insomio. Pero ya la idea me dio miedo.
Salí de casa con hambre, con la sensación de alivio porque venia M y ordenaría la cama llena de ropa usada días anteriores.
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