Seguramente utilizo mal su nombre pero queda bien y poco importa realmente. Nunca leí su novela, la que inaugura en cierta manera ese porte. Porque cuando pienso en burocracia digo Kafka, me nombres tribunales y me encuentro con Kafka, me cruzo con hombres grises de traje y corbata y recuerdo a Kafka. Cada trámite que consta más de dos etapas ya puede ubicarse en una frase de un goce estético supremo e intrigante "Me ha pasado una cosa kafkiana".
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