Ya casi llegando al mediodía se acerca un sujeto de camiseta roja, digamos un cliente que nunca vi. Me pide una docena de medialunas y me paga con tarjeta de débito. Hasta aquí nada anormal, pero al irse un mozo se me acerca y me dice: "viste, tenía un arma en el bolsillo". "No es nada", me dije mientras me inventaba una posible hipótesis verosímil como la que sería un policía de la federal de civil. Más, el pánico empezó a correr por mi venas cuando el mismo mozo se me acerca y me dice: "ahí está de nuevo cruzando hacia acá, está volviendo, prepárate" . Y yo que hasta ese momento era un monje tibetano me cargue de tensión y no pude mirarlo a los  ojos. Me pidió agua para el termo y lo agarré con manos sudorosas. Mientras cargaba el termo se me ocurría las posible vías de escape. Miraba a los mozos a ver si alguno me entendía que me estaba meando encima y que vayan a buscar urgente al federal que vigila la cuadra. Como soy el protagonista de la historia, sería raro que muera. Tal vez, a lo sumo alguna herida me pueden provocar pero eso solo. Pero no paso nada, sólo la sensación de que algún momento ocurra un hecho que rompa con el momento y deje en el aire la preocupación de lo improbable, de lo efímero.
Más aún, que impredecible que se vuelve la vida cuando ya se es jubilado. Cualquier recaída puede ser la última recaída  Cualquier lesión puede ser la última lesión. En la mesa número 37, abuela  abuelo, madre e hija pidieron la comida y estaban esperando mientras tomaban una refresco. El asunto que al viejo,  le agarró un patatús.  Fuentes anónima dijieron luego que fue un Acv. El viejo estaba blanco pero todavía respiraba sentado en la mesa. Le daban aire con los menús.  La familia poco a poco se calmo. La hija estaba sentada.  Todos expectantes por la venida de la ambulancia. Frente a está situación desesperante aparece el mozo en la mesa 37 con la comida que habían encargado. Escena totalmente onírica. Obviamente fue rechazada la comida. No supe si reír o llorar por la inoperancia de mi empleado. Sea como sea fue gracioso. El mozo me dijo: "y mientras esperan a la ambulancia se comen algo así no se van al hospital con el estomago vacío". ¡Un genio!.

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