Una de las premisas más importante que recorre mi existencia es hace lo que quieras, sin lastimar al otro. Claramente no fue lo que aplique está madrugada. Volvía del cumpleaños. Ese festejo en el que llevaba el regalo. Había ido en auto. Y tomado birra bastante. El asunto es que sólo me acuerdo de haberme sentado en el auto para empezar el camino. Después nada más. Después solo me que ya había chocado. Le di a un auto estacionado. Pero si no estaba el auto podría haber parado arriva de la vereda. Quién sabe. Ayer estuve todo el día en la cama pensando las mil y una posibilidades.
No es la primera vez que viajaba con alto grados de alcohol en sangre. Pero esta vez no tuve suerte. Y está bien. No se lo puede dejar todo a la suerte. Porque después mira cómo acaba. Mi Primer reacción fue salir de ahi. Llamar a la grua. Pero no fue todo tan rápido. Llego el dueño del auto, del principal damnificado. También cayó la policía. Verme tan vulnerable no me gusto. Tuve miedo. Verdaderamente miedo. Ahora hay otro miedo. El concetual, el de afrontar las cosas. Es el miedo psicológico.
Hace tiempo, jugaba en un torneo de futbol. Era defensor. Como no sabía jugar, me dedicaba a molestar a los delanteros. Muhcas veces, haciendo faltas. Algunas cobradas y otras no. El último partido se me fue la mano. Y me sacaron roja. Desde esa secuencia. No quise jugar más. No me quería ver así. Simplemente escape. Más o menos, sobre ese plan estoy ahora. Simplemente quiero escapar. Y claro, no usar más el auto. Tal vez cambiar para siempre los modos de consumo.
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