Ayer no me bañe.
Y me corté el pelo sucio. Caminamos con J dos cuadras, vimos más de cuatro peluquerías. Pasamos por delante de la pelú que había elegido. Fue por el naranja. El mismo color que a J le pareció que no tenía nada que ver con la escencia de la profesión. Entonces, dimos la vuelta, la media vuelta. Pasamos por una que combinaba el negro y el blanco. Más chiquita pero que representaba todo lo que una pelú debe transmitir.
Vi como J se tomaba el 93, y la salude ya estando ella arriba. Fui a los de Luis, así se llamaba, y me recomendó una droga para frenar la caída de cabello y fortalecerlos.
Hoy me bañe y voy a buscar una dermatólogo.
 
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