Por un día, sólo por un día. No
fue ningún reproche juvenil del tipo no lo hago más, “nunca más”. Me desperté
con el olor a tierra húmeda, sintiendo
un zumbido que retumbaba en alguna significación imaginaria de mi parietal
derecho que memorizaba: “(..) la bruja
está en la cueva, los pajaritos cantan (…)”. El señor E dijo algo como que no hay
que hacer siempre las mismas cosas si es que se quiere pensar diferente. Camine
las tres cuadras pensando en estas dos semanas y media que pasaron en las que
me convertí en un ciclista. Sólo por estar en la calle y no ser peatón, ni
motoquero, ni automovilista me pone en esa categoría. De todo ese tiempo, evite
el transporte público en todas sus facetas. Y en los viajes te puedo
contar de como casi me atropellan a como
casi atropello. Bese el pavimento por un error de dimensiones. Todavía no
comprendo la no lógica del peatón. Y el poco respeto por las pocas y felices
bicicendas.
Escapando de las etiquetas, bien
quisiera debajo de mi asiento el cartel “un auto menos”. Pero no lo hago por la
pose. En la primer sesión, le diría no sé por qué pero me divierte. Eso, no me
meo de la risa al no comer un bife de chorizo pero me parece entretenido el
mapa de sabores y especias que se abren cuando no caes en la repetición. Esa de
la que nos sometemos, la que nos saca la originalidad. Si, soy un bici maníaco
que te hace el signo del fuck you con la mano derecha y no se por qué. Más, no
me molesta tu mal humor clichado de hombre porteño. Las generalidades son un
asco.
Sí, soy descendiente de
españoles, leyendo literatura mexicana en una plaza cuyo nombre representa la
isla de los obreros que inventaron el
derecho a huelga. Ya no me sale decir hijo de puta, sino chinga tu madre carbón.
Y así al escuchar frases tan
vacías como “esto va a Facebook” me tomo los dedos, me los pongo en la boca
hasta que toquen la coronilla y vomito el mate con las galletas untadas de mermelada de zanahoria importadas de San Pedro.
Llena de insecticidas, cabrón. Y es así, fotolog y Facebook, androides
populosos y vacíos de contenidos como toda masa amorfa que se esfuma la
individualidad.
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