Hm ya no la miraba. Postrado en la oscuridad de la esquina, mascullaba mirando al piso. C seguía en la cama. En algún momento empezaría a buscar un largo pidiéndole una mecha a Hm. Diría frases sin razón como "Dime que me quieres" o "Esta noche vuelve". C mantenía la esperanza de una fracasada soñadora.

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