Dándose cuenta de que el tiempo disponible se traducía en paja sincrónica. De levantarse a las mañanas para sentarse detrás de un monitor, a despertarse sin entender por qué. Él era uno de esos que no le agradecía a Dios el hecho de levantarse cada nuevo día. Había dejado de ser espectacular sobrevivir. Si fuera un relato, este personaje cambiaria, pero la descripción de los sucesos sólo corroboran lo acontecido. Hay gente que no cambia, no quiere o no puede. Se estanca, se resbala, tropieza pero no va más allá. De esa gente que juega por jugar y vive por vivir. Lo más obvio era por lo menos salir en busca de dinero. Pero la idea de que la materia como fiel espejo del alma lo mantenía en un estado, mentalmente, agradable. No era en vano decirse que sin un alma para qué un cuerpo. Y dejaba el corazón a la deriva sin temor a que algún día dejase de palpitar.

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