El escritor de la bitacora cibenética inexistente, recuerda con melanconlía personajes que marcaron su infancia.



El escritor confecciona un traje a medida para la ocasión de la fiesta de disfraces que nunca se organizará. Sabe que ciertas cosas son de la azar y ciertas otras, de la mano que todo lo teclea. En el 2000, el cielo se acutalizo.

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